En el siglo XIX los arquitectos e ingenieros mejoraron las técnicas de construcción de los edificios, permitiendo estructuras cada vez más altas. Así empezaron a construir edificios de gran altura que permitían mas concentración de viviendas por metro cuadrado.
Pero al aumentar la altura de los edificios se incrementaba la dificultad de que sus habitantes pudieran acceder a las plantas de mas altura.
Fue el inventor americano Elisha Otis el que ideó el ascensor que, a diferencia del montacargas, está pensado para transportar personas. Estaba impulsado por un motor a vapor I fue patentado en 1861. Podía transportar hasta seis personas, alcanzaba una velocidad de 20 cm por segundo y ya disponían de los elementos básicos que componen los ascensores contemporáneos, como la cabina , el contrapeso, cables, poleas y el mecanismo de seguridad que lo detiene en caso de la rotura del cable.
Este invento fue un gran avance que permitía que las construcciones fueran cada vez mas altas. Pero cada ascensor necesitaba un máquina de vapor que moviera la gran polea que accionaba el cable, por lo que este sistema empezó a ser poco sostenible.
Por suerte, en 1880, el inventor alemán Werner Siemens fabricó el primer ascensor eléctrico.